Alvaro Miranda Buranelli
 
POEMAS SELECCIONADOS
M. OLIVAR ARANDA
de LA COCHERA DE FAIRBANKS

 

Patty the sweet 

las pequeñas cosas
son como fragmentos de granada
entran duro en la carne
debajo de la piel
se clavan como garras
pequeñas cosas como la lluvia
en esta noche de sábado en enero
son suficientemente fuertes
para hacerme sentir pequeño
no he tenido muchas cosas
lo que tengo lo gané
y perdí lo no ganado
puedo entonces sufrir
por la intemperie
si mi cuerpo no se moja
en esta noche de lluvia en enero
tengo la pequeña cosa de sufrir
por la parte de mí
estacionada a la intemperie
seguramente dormiré bien
- salvo los sueños -                
o lloraré maldiciendo toda la noche
de sábado de lluvia en enero
la harta soledad
de esa parte de mí
que se ahoga.

 

 

 

 

nunca pensé encontrarla allí, lo juro
nunca pensé encontrarla
en lugar tan inoportuno

era ella, sin embargo, sonriente
y descansada como una fiera
a la que nadie vulneró con su mirada

¡esas criaturas de catorce años!
podían ser mis hijas o mis hermanas
y cruzaban las piernas levantando sus faldas
más allá de lo conveniente

serían mis hijas o mis hermanas
pero me mordió la tentación de cometer incesto

sus pechos nacientes y hambrientos
como una corriente de neón en las venas

esas criaturas podían ser mis hijas
o mis hermanas
y sonreían malicias impuras con sus ojos
y sus dedos bajo mi saco

no hubiera esperado encontrarla allí
y era la lujuria, burlándose desde sus bucles.

 

 

 

 

quince para las diez, esta cruel sensación
me vigila vaga
arrumbado en un rincón el arpegio de Patty Bird
Patty the sweet
chinchilla seduce tus hombros desnudos
tus ojeras murmuran rumbos
no son bibliotecas, oh Dios, lo dudo
puedo permanecer sentado aquí hasta Patty
o hasta mí
soy cualquiera, mi rumbo está desierto de todos
rimel en tus pestañas azules
miradas que raspan rozan rasgan arrasan
no quedan miradas que rezan
ni sonrisas puras para los que fueron tus amigos.

 

 

 

 

a las diez de la mañana, los lagos termales
entran danzando por tus ojos hasta la médula
los abedules corren libremente los ríos de tus entrañas
sus hojas secan tus camisas
la luz se extiende como la mano
te palpa, consigues la satisfacción de ser fría e inocente
como cuando niña, has crecido por fuera
pero tus trenzas juguetean la tinta del corazón
se empapa de muñecas entre los sesos
la pequeña prisionera de su prisión de carne
demasiado cuerpo para tu niña encerrada
te salva cada mañana, a las diez
la naturaleza explotando en tu ventana, crujiendo
entrando a sentirse dichosa, sentada en tu falda.

 

 

 

 

queda lo otro
me desprendo de la garra que ahoga
del surco que absorbe

queda lo otro
me abato sobre la tierra sembrada
me levanto como una muralla

lo otro queda
la cabeza sobre la desnuda rodilla
la extensión

en lugares así,
en horas impropias, fugándonos
como ramilletes de mirlos escondidos
tendido a la vera en una cama
distinta cada vez

novias de la noche: el día
nos derrite como el hielo

me desprendo del surco que absorbe
me levanto de la tierra sembrada
la muralla caída
se va
queda lo otro

no nos deja ir.

 

 

 

   
Delta Queen 

a medida que pasan las escenas
como en una vieja película de Douglas Fairbanks
uno va viendo, se va viendo
por ahí aparece el rostro de los seres queridos
como ver a las estrellas favoritas
y a uno le gustaría que en las mejores escenas
se detuviera el film, yo sé
el proyector es infalible
no debemos pedirle demasiado, es suficiente – dice
con poder ver el film hasta el final
pero después de proyectadas muchas películas
el conocedor que nunca sale del cinema
desvía su atención a los lados
y la gente desfila, entra, sale, una extensa línea
de autómatas convencidos
plateados espectros teñidos de colores fantasmales
que chorrean por sus rostros
la cromática secuencia de sus vidas
lívidos se colocan sus pipas cuando salen
ellas se retocan el maquillaje
ascienden simulando a sus automóviles
hacia las fauces de la perra noche
dejados en la pantalla sus ojos
vistos, mentidos, engañados, corren
a hacerse el amor frente al espejo
y así se reduce todo:
no hay preguntas cuando el día brota.

 

 

 

 

en baúles móviles viajan los fantasmas
blancos húmedos blanquean las calles
se detienen con las luces rojas
empañan los vidrios con sus alientos de fantasmas
y se tocan con fríos dedos de fantasmas
en el humo crudo bailotean sus ojos
la avenida es larga, hay tanta niebla azul de rostros difusos
alguien se acerca y me dice: cállate espectro
no puedes ser tú quien nos maneje
¿te has mirado para dentro alguna vez?
paso frente a la tienda de cosméticos: tres dólares el kilogramo de naftalina
para los recuerdos
saludo en el espejo ese ojo blanco, esa antorcha negra en el centro
el gesto de esa nube de insomnio en la cabeza
el filo del final en la garganta
cedo a la farsa

ni siquiera el viento me dibuja entero.

 

 

 

 

oh crisis, bajo qué esperpento
te escondes
deja las filas de pelirrojas, ellas hacen
crujir la memoria de los ancianos
un puerto es un lugar tan bueno como cualquier otro
le dije a la pelirroja del sweater azul
I get cold, replicó ella, I want a glass of whisky
no abundan las destilerías en esta parte de la ciudad
le acariciaba los senos con mucho cuidado, como si
no quisiera herirla nunca
o apenas no terminara jamás de morir
le dije, no tengo dinero para volver a mi ciudad
Where do you live? preguntó en un suspiro
¿has oído hablar de Montevideo?
¿Monty what? inquirió perfumada
hay un cerro, dije, acaso como una colina de Roma, pero claro
no se trata de Roma
no, no es Roma, ni Italia
you talk so much, dijo, bajándose el sweater, quitando mi mano
perdido su calor entre mis dedos
perdido yo mismo entre sus dedos
soñaba tertulias infantiles en la calle Larrañaga, me olvidaba
y veía a un niño sentado en un banquillo
se levantaba para tirar de mi manga y llevarme a su lado
sentado me miraba y sonreía
su sonrisa era mi vieja sonrisa joven
su mirada era la mirada que fue mía.

 

 

 

 

los pequeños nunca tienen deseos suficientemente responsables
son pequeños por eso
podríamos llegar a diferentes conclusiones
pero los vientos son distancias de modos distintos

(quítale al viejo su puñado de ilusiones
hazlo miserable, que su cara se derrumbe contra la pared
deja que lo vean morir los otros ancianos

quítale al joven su puñado de ilusiones
debilita su seguridad, córtale el cuello con el vidrio de tu boca
deja que los otros jóvenes lo vean morir)

rey electo: no vomites nunca tus cadáveres
sobre tu reina
el vendedor de los sueños color ámbar en la calle
recostado sobre el desvencijado Ford
te hace señas cautelosas, señorita: guarde su navaja
en la liga, escupa su orgullo y camine derecha

todo el tiempo detenido en callejeras
y maricas desdeñados en las destilerías clandestinas

(maldita la cosa – gruñe el viejo – he sido partido
por anticipado
los pequeños vientos soplan a mi lado, no hay noticias
que el alcohol no ayude a quemar)

la mujer busca su naipe en la liga

(quince monedas por mi cuerpo, quédate conmigo
estoy sola y me persigue una sombra, ésta va a ser
la última noche
este muñeco nos da la pasta – dice el vendedor de los sueños color ámbar
el viejo es tuyo)

en estos días, la ilusión no nos ayuda a vivir
se puede acabar desangrado por una botella o las últimas monedas

(si te molesta, mátalo
puedes hacerlo con uno solo de tus brazos
puedes desnucar al pequeño con tu mano

los pequeños nunca tienen deseos suficientemente responsables
son pequeños por eso

quince minutos por tu vida, anciano
quince monedas por tus sueños, muñeco)

podríamos llegar a diferentes conclusiones
pero los vientos son distancias de modos distintos.

 

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