Alvaro Miranda Buranelli
 
POEMAS SELECCIONADOS
COLECCIONISTA DE CICATRICES

 

 

LA TABLA SALVADORA

 

 

estoy apenas a un metro de la tabla salvadora
intento, intento llegar a ella
todos mis esfuerzos son vanos
la corriente me empuja en sentido contrario
y la tabla salvadora se aleja
irremediablemente, se aleja

el frío va entumeciendo mis miembros
procuro mantener ágiles mis brazos,
mis piernas, mi mente,
pero nada alrededor parece socorrerme
todo se hunde como yo

piernas y brazos empiezan a congelarse
el frío hace chocar mis dientes
veo el paisaje que me mira mudo
asiste a mi paulatina desintegración
sin que se mueva una hoja

estoy cada vez más paralizado
¿será la hora de mi muerte por agua?
extrañamente pienso en la que iba a ser mi cena
y aquel vino verde, especial, de Portugal,
nada de eso será ya para mí
he perdido la tabla salvadora
mi última oportunidad
quedaremos solos, los árboles y yo.

 

 

 

EL TALÓN DE AQUILES

 

 

Aquiles, sobre la arena, desafía a los mismos dioses.
“Aquí está el cuerpo de Héctor, despedazado,
no hay en Troya guerrero que pueda conmigo.
Sano, joven, fuerte, valiente, invencible,
¿quién me enfrentará ahora?”.
En su ufana, vana conquista, Aquiles no sabe
que la muerte le ronda,
en su propio talón está la emboscada,
más de mil veces ha recorrido las arenas,
otras mil el mar le acunó en su vaivén,
ha derramado mucha sangre troyana
y ha descansado sobre el lecho junto a sus compañeros
pero en la oscuridad se teje su destino
y en la cumbre de su soberbia y su hermosura
recibe la fatal sentencia del dios,
el talón ya no lo sostiene y cae vencido
acaso si hubiera elegido otra vida
el resultado hubiera sido el mismo
como en todos los humanos hay un talón oculto
en el ser, que nos espera, acechando,
para darnos el golpe que nos acabará.
Aquiles se arrastra por la arena
mientras miles de ojos lo miran
ya no será el joven sano, fuerte, valiente,
como si todos los años que no vivirá le cayeran encima
parece un anciano débil y moribundo
siempre es sólo cuestión de tiempo
y hasta nuestro sostén puede ser nuestra perdición.

 

 

 

FÉNIX

 

 

ahora, vuelvo desde las cenizas
para intentar de nuevo el vuelo,
el paisaje ha cambiado
hay un nuevo aeropuerto,
nuevas generaciones con nuevos olvidos,
nuevas marginaciones
y más vacíos
ninguna curiosidad.

insertarme en el acero de las vías
no es fácil,
los raíles han sido arrasados
y nadie sabe volver a construirlos
o no hay interés,
ahora se circula en una sola dirección
sin mirar atrás
sin preguntar el por qué de los trenes
sin conocer sus historias
como si nunca hubieran existido.

mientras los trenes mueren muy lentamente
en parajes solitarios.

la ciudad oscurece en un temblor incesante
los cachorros afilan sus dientes,
aquellos que fueron los que conocí
se han transformado en fantasmas.

cuando pretendo volver
nadie queda en los andenes
y ahí estoy yo
esperando escuchar un silbido conocido,
un murmullo alentador,
pero sólo queda el eco de mis pasos
en el duro pavimento gris.

 

 

 

LLANURAS DE SAL

 

 

Señora, amiga mía, dinamita
soplo repentino, escozor en el omóplato
cena fría, leche de verano
los corazones que laten inútilmente
perdidos en Tala o cualquier desierto habitado
de los mapas de América. Señora, tú
que nutres de desolación
los corazones todos, tú, vacua yunta
esqueleto semienterrado en la arena, yesca,
armada yararé, tú, que cruzas
los páramos, todos, y crujes
en los huesos, en las risas, en el asado,
en los comensales de chaleco blanco
tú, rabiosa Señora y nosotros, los débiles
con el alma picada en pedacitos, servida
en blanco plato, en saña,
se nos dio crecer como si plantas hubiera
finas o alegres en el jardín de un dios
del que me hablaron, pero esos pozos
amiga mía, ese clavileño alfiler
ésa la tu aguja, Señora
de remendar viditas, así partidas
así, juguetes rotos en la juguetería suiza,
nuestras misérrimas células, nuestras canas,
el baúl, las piedras que se nos vienen
de adentro hacia la boca,
la flor hacia la que vamos, creyéndonos,
el tubo por el que nos pasarán oxígeno
el sabor en el paladar, la tu mueca,
vómito de sangre y bolo alimenticio
mis pantuflas, lo que dejó el otro
al que no quiero resistir, amiga, tú
que comprendes el surco que deja la sal,
las arterias trituradas, las catorce enfermeras
de blanca cofia y tul delante de los ojos,
nuestras heces salpicadas, la pared
empapelada con motivos pastoriles, tus ritos, Señora,
tus ritos y la pobre carne, ardida, demolida.

 

 

 

UNA SONRISA TAN BELLA MANCHADA DE SANGRE

 

 

 

 

vas a salir lastimado
es imposible no salir lastimado
tu sonrisa no te servirá de nada
tu tono afable cebará a las fieras
tu amabilidad los excitará para dañarte
y si te sientas en el lado opuesto
no creas que será mejor
tu acritud levantará oleadas de odio
la fuerza de tu tono arrastrará violencia
tu severidad despertará jaurías
súmale el plus de la envidia
más el plus de la mezquindad
y la todopoderosa ignorancia
¿todavía pretendes salir indemne?
sufres de ilusiones inconsistentes
crees que te amarán
amarrado a un leño hirviente
hundido en el hielo hasta las pestañas
estacado en la tierra como un mojón
martirizar es un ejercicio
dañar es una costumbre
que la vida está hecha para vivir
una pinta de placer
contra quince mil horas de dolor
en cualquier esquina que elijas
seguro vas a perder
no hay vencedores
sólo pan
y circo.

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