Alvaro Miranda Buranelli
 
POEMAS SELECCIONADOS
DEJARÉ LOS SIGNOS PRECIPITADOS

 

 

1975                                                                                                    para B.

 

en aquella época me sentaba en la clase
a leer los poemas de Whitman
en traducción sencilla, no de las mejores, ni bilingüe
el viejo me hablaba de camaradas, ferrocarriles, cuerpos eléctricos,
ciudades populosas, hierbas que crecen, conflictos americanos
arcos poderosos extendidos entre la tierra y el sol
el espacio rebosaba un aroma a café proveniente de la cantina
soñaba llegar a nuestra casa y cenar debidamente
y ella, que atendía silenciosa durante toda la noche
sentada a mi lado cubriendo mis ausencias mentales con sus notas
ella, que me veía guardar el pequeño librito de Whitman en el bolsillo azul
¿quién me dirá lo que soñaba?.

 

 

 

 

DANZA DE AMOR

 

vi muchas muertes juntas
elegí la mía
                    :  la saqué a bailar

una danza de amor
                           bajo la luna

en los pliegues de la sombra
                                     caían
mis años 

reía su perfil
                   en la pared.

 

 

 

 

MUERTE

 

mi cara se rompe a pedazos
cae sobre la loza del lavatorio
un trozo de mejilla, un borde de la oreja
la punta de la frente, la ceja izquierda
se me abre la nariz como grieta de terremoto
se parte el ojo como un cristal
murciélagos vuelan desde mi boca
perdiendo eso que los filósofos llaman: el Ser
un pedazo de pensamiento remite: recuerdo
mi vida
en mi nuca: trompos  -  senos  -  lápices  -  heridas
hondos pequeños hundimientos
quiero morder una vez más, aguarde la señora
no  - me dice -  el tiempo entró
en tus venas.  Ya no puedo.

 

 

 

 

LA LANZADERA DEL TEJEDOR

 

volcado sobre un corazón ardiendo
estrellas crucificadas en los dedos
sangre perdida en esa sombra del vivir
que culmina cementerio
osamenta sin osario dedicado
alud de cenizas, hueso
clavado en la boca
hundido en un destino sin conjura
héroe sin máscara de héroe
hueco en el vacío, existencia sin camino
verdadero
este vasto peregrinar vago de los sueños
harto errar, dócil festejo
de la nada
mirar la vida encerrada en esta carne
con ojos que nutren la muerte
esta cueva, soñador
esta ilusión de huella en la memoria
esta luz de una aurora macilenta
tregua sin fruto.

 

 

 

 

CARTA POEMA A JULIO CORTÁZAR

 

A Julio Cortázar, infatigables le(n)guas
nos separan Julio y vos y yo
no nos conoce(re)mos  por eso me animo
a escribirte así, a destajo  a filo mellado
a tajo en la cara,  te dije
que no importa qué soy quién soy
si me vino la gana de llamarte y no había
telefonista en la línea y no había adónde
llamarte,  si te llamás París y yo
Montevideo,  quedamos a trasmano,  perdidos
acaso te encuentre y escribo porque no sé
qué contarte, seguro por la infame necesidad
de decirte que no sé qué decirte
pero algo te  juro había en las venas
y no era hemoglobina sola,  sentí
que tenía cosas para vos,  es como todo
se va como esta no sé qué que no te mando
aunque te llegue común o certificada
gastar dinero por cuatro líneas,  somos así
nos miramos con letras sin decirnos nada

seguramente por eso nos atrevimos a vivir
te aclaro.

 

 

 

 

TARDE DE LLUVIA CON JORGE LUIS BORGES

 

después de esta tarde en que he hablado con Jorge Luis Borges
más de treinta años montevideanos, casi los que vengo
cargando sobre los hombros desde aquél,  mi comienzo
hasta esta hora plural de la derrota o el frío
hemos hablado tantas leguas,  tanto río
blanco y cauteloso bajo estas dulces montañas
del entendimiento,  mi caro Borges de los mensajes
y las negaciones proféticas.  Como casi siempre
¿quién hablando de poesía no siente
golpeando cardinal en su pecho por un loco momento
un fuego breve como de libertad yendo y viniendo
por estas venas venecianas de los abuelos maternos
volviendo por los entornos de un sueño
velado corazón de estratega?
arman las palabras este tinglado de sombras gongorinas
donde humanos,  discretos ausentes como nosotros
se cuentan cosas en rioplatense
rescatándose por fuerza
de los  abismales  hundimientos  solares.

 

 

 

 

TIEMPOS DIFÍCILES

 

era la razón  :  torremarfilismo  =  situación del poeta
     ídem,  marginado,  olvidado,  escindido
se odia el tiempo que tocó vivir
     como serena resultancia
los poetas oscuros no son oscuros poetas
     no son desconocidos poetas
los poetas de una luz mansa recorrida interior
     alguna vez emergieron de tiempos oscuros
suele ocurrir que décadas nefastas de hierro y humo
     son la superficie falsa del silencio
debajo va la fuente,  la subterránea voz
     hacia su aurora
tiempos difíciles,  siempre hubo tiempos difíciles
     pero ellos fortalecen el hálito del poeta
existe luz en la raíz más honda de la noche
     la desesperanza quiebra su velo
el poeta sufre por sí mismo y por los otros
     se inaugura la era del silencio
de la prostitución de los ideales
     hay un código secreto basado en la simulación
que todos conocemos
     en los casos más graves deviene hipocresía
el poeta ya no se pregunta cuántas veces
     deberá caer y levantarse para volver a caer
y levantarse para volver a caer
     cuántas veces velará pequeñas muertes
como si cruzara infinitos desiertos.

 

 

 

 

LA PALABRA FIJA EN LA PALABRA MÓVIL

  

es común ante la inoperancia de los medios de que se dispone
prepararse, a veces, a ejecutar lo que nos gustaría ver ejecutado
dudando de un resultado que, desdichadamente, no será el mejor
pero acorralados por fatigadas esperas nunca cumplidas
sus promesas, el hombre se atreve porque ha sido creado por audacia
es el signo oculto que marca dos sitios de su cuerpo:
la frente y el sexo,  así esplenden los ideales
por supuesto, es una forma fraudulenta de vida ¿cuál no lo es?
si bien se mira tropezar con el verbo que pertenecería a otro
no es mayor mal que encontrarse con la mujer para esposa
de un amigo o de alguien que conocemos y que no la conocerá
sentarse a llorar la rutina pertinaz de nuestro infortunio
no puede hacernos más felices o más tristes de lo que somos
si invalido las objeciones se sabe que no es por ser flemático
o apostático o gemidor, me gustan los recipientes llenos
no tengo la culpa si al río de la plata nunca llega
renovada la centella mental removedora de la especie
concentradora de la sal, vencedora del hastío criollo
y blando de las tardecitas endomingadas de mate y peñarol,
yo busco la huerta en el frío relámpago  de unos ojos que digan
ha valido la pena ese nacimiento tuyo aunque sea
para adivinar el viento de los corazones que aúllan en el norte
y ese abismo cuadriculado en el que siempre caemos
y nos obliga a ignorar estas palabras que se escriben en un eco
sin vagidos pero laten en girasoles dulces, en el quetzal,
quién sabe si las voces golpean mi frente con el dorso de la mano
si cuando nace la palabra es buen momento para celebrar
y vaciamos el jarro de vino en las guitarras
donde el viento crece templando su semilla vocinglera
que me llevará a los puntos cardinales para soñar que existo.

 

 

 

 

MEDUSA  /  LA DISTANCIA DE LA MIRADA

 

 la muchacha rubia en su vestido negro
descansaba su cabellera sobre mis piernas
en el interior de un viejo coche alemán
mientras el mundo se rompía afuera
y como una respuesta de turbas invisibles
un pájaro chocó contra el vidrio delantero
despertándola, abrió sus ojos lentamente
y humedeciendo los labios con su lengua
recogió el bretel que resbalaba por su brazo
mientras el pájaro agonizaba en suaves convulsiones
abriendo el pico espasmódicamente
moviendo un ala quebrada,
entonces la hermosa apartó el cabello de su frente
y lo remató con la mirada.

 

 

 

 

LAS  PRIMERAS  VIRTUDES

 

le enseñaron a puntear la estaca
a frenar suavemente el cuchillo
sobre la madera, a apoyar
el fresno sobre la tierra seca o el mojón
silencioso, a calzar
el guante bajo el apero, le enseñaron
a calcular con ojo sabio la distancia
a apuntar con cuidado, a no errar
ni a fugarse, a ser cazador le enseñaron
y cuando le sintieron suficiente coraje
lo abandonaron en el pozo tibio de la noche
a esperar la rama quebrada por el pie insensato
del visitante, le enseñaron a atravesar
el pecho en un segundo, a no mirar
al que mataba.

 

 

 

 

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