Alvaro Miranda Buranelli
 
POEMAS SELECCIONADOS
RESMA

 

Mares / Arno Malvadari

 

IV

La górgona cierra su garganta
sobre la hoja de la espada
ojos saltan de las órbitas
ruedan
la cimitarra cóncava

perlas
en la mano
del visir.

 

XIII

Arcesilao! Arcesilao!

 

dióscuros puros

 

tierra, magna tierra

boca del torrente

 

 

 

leve Teócrito: los pastores

colmados.

 

 

 

Ares / Alvaro Miranda

 

 

solos. en el instante de nuestra última revelación
y aún antes, y antes de antes.

Y antes, de siempre

 

Estamos solos. apariencia nuestra nuestra de no estar
solos.
nuestra esperanzada desesperada búsqueda
del otro, la otra

 

el otro somos nosotros, y la otra

 

solos. en este instante tuyo-mío de la identidad.
cuando nuestro rostro es nuestro rastro

somos solos.

 

el instante mínimo y el instante máximo

el lugar agotado y el lugar abandonado

el sitio que somos y donde estamos

la palabra pronunciada y la olvidada

lo que fue y es

lo que no será

toda nuestra plenitud y nuestro vacío

(el papel y la roca)

 

 

qué letra me contiene. qué trazo da mi rasgo.
qué trozo traza mi rostro. qué signo me signa.
qué me emblema

casi nada soy y soy todo lo que es dable esperar

los átomos me conjugan. hay jugos en mí.
hay secreciones

se dice – sólo se dice – estoy vivo

qué es ser vivo. qué es ser. qué es. qué

es vida – dicen –

qué grafía me graba. qué me retiene.
qué palabra me para.

dónde me detengo. qué estación abriré.
qué hoja caerá sin que la vea.

qué pálida forma flota en el ambiente
diciéndose yo.

 

 

Res / M. Olivar Aranda

 

 

Desesperadamente corriendo hacia la arena en una tierra donde
había de sembrar
esconden las raíces los tallos lamidos de perdición, no se robustecen
las esperanzas. hay ciénagas
saltan ojos por los pardos. reptan lazos terminales.
asnos, Diógenes, los has visto
ramas de rameras, entumecimiento conductivo de bulbos hacia
el álamo del sol. y la calígine.
desesperadamente corriendo hacia la mano reticular en el pliegue
del grabado impreso. la muertecita
serpiente repentina en la enramada. el rojo en los hematomas
de su grito. la porra
hisopos de lisonjas lacios. ramalajes de centellas pardas, ay astur
res vierge en la putreja. amasilmonte.
lematoma rumia. hace la cosa por la tripa. le roba
las cornejas arrasan las cornisas leves. lebreles bufan. Arde
la palma de mi mano. se queman células
he cruzado el monte de mi bruma, reventaré como un estropajo
pálido de sarna gris la mandíbula
harto de la tripa comida de los otros. y muchedumbres de acetileno
porcos recua vana urbe. La sal nata de la putreja
el hato ralo. la pordiosera en su escoba
y desesperadamente corriendo hacia la arena en una tierra donde
reventadas las raíces.

 

 

Conociendo tu dramática percepción de los acontecimientos
rotulando alternativamente disposiciones de criterios
drenando la esquirla de la tinta en el timbal del tiempo
segundos antes de la escritura afuera
bramó el campeón: se caen las uñas
efecto del síndrome de fin de milenio
la pluma se retira de lo escrito abominando la palabra
el acto se retira de lo acontecido abominando del suceso
se vuelca el ser: allá, antes, mi madre jugaba conmigo
y era un niño ardiente
la penetración por exceso de literariedad, forma en que Lacan
fecunda la férula florida del rosedal en su hircano
y monte salvaje de glorietas malladas
la penetración por exceso de literariedad – Shklovski,
Victor Erlich, Lili Brik, muerte del oso, ah Khlebnikov
conociendo tu dramática percepción de los acontecimientos
luna muerta de Cassiano Ricardo, tractatus perecible
esta es una metáfora de los elementos que nunca utilizamos
para saber que son más de los que conocemos
para que desta vega el campo raso (Góngora, soneto 221)
al azur lumbre con atónita armonía
nadie es exacto a la muerte que de él se trama.

 

 

¿por qué libros?
¿por qué la ola fatal?
y espantos
y el hacedor roto
si todo para nada
para nada
todo
¿y círculos?
resmas, ares, mares, especies continuas
arcángeles
plúmbeos cielos y el almizcle
el almibarado tono de la especie

¿y para qué?

para hordas ciegas, sordas, mudas
aras de arados áridos
horrísonos sones errados
rancias rocas
¿para qué?
¿para qué sirve la luz?, dice Pasolini
¿para qué libros?
¿para qué saber?
si al que sabe
le cabe
el entero, roto
olvido

dulce recuerdo
de las muchedumbres.

 

 

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